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Cuidar tu sistema digestivo es cuidar tu salud integral.
Un sistema digestivo saludable es clave para el bienestar general, ya que permite absorber los nutrientes necesarios para producir energía, fortalecer el sistema inmunológico y reparar tejidos. Además, una microbiota intestinal equilibrada regula funciones esenciales, desde el estado de ánimo hasta la prevención de infecciones. Mantener este equilibrio ayuda a prevenir trastornos digestivos y enfermedades crónicas, mejorando la calidad de vida, la energía y el descanso.
EL ESTÓMAGO Y EL SISTEMA DIGESTIVO EN GENERAL SE DENOMINAN COMO EL
"SEGUNDO CEREBRO"
Esto es debido a la conexión íntima entre el intestino y el sistema nervioso central, particularmente a través del llamado sistema nervioso entérico. Este término se refiere a la red de neuronas que se encuentra en las paredes del tracto gastrointestinal, que funciona casi de manera independiente del cerebro principal y tiene una influencia significativa en el bienestar físico y emocional.
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El sistema nervioso entérico contiene aproximadamente 100 millones de neuronas, lo que lo convierte en uno de los sistemas neuronales más grandes fuera del cerebro. Estas neuronas controlan funciones complejas del intestino, como la digestión, la absorción de nutrientes y el movimiento peristáltico, sin requerir intervención directa del cerebro.
El intestino produce más del 90% de la serotonina del cuerpo, un neurotransmisor clave para la regulación del estado de ánimo, el sueño y el apetito. También sintetiza otros neurotransmisores como la dopamina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), que son fundamentales para el bienestar emocional.
Existe una comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino a través del nervio vago y el sistema inmunológico. Esto permite que los dos sistemas influyan mutuamente: el estrés mental puede alterar la función intestinal (provocando síntomas como diarrea o estreñimiento), mientras que problemas en el intestino pueden afectar el estado de ánimo y la salud mental.
Las bacterias que habitan el intestino tienen un papel esencial en la producción de compuestos que impactan la función cerebral. Por ejemplo, metabolizan nutrientes para producir sustancias que regulan la inflamación y la función neurológica.
El sistema nervioso entérico puede operar independientemente del cerebro principal. Por esta razón, a menudo se le considera un cerebro "autónomo" que toma decisiones locales sobre cómo manejar la digestión y la interacción con los alimentos.
El vínculo entre el cerebro y el intestino es tan fuerte que desequilibrios en uno pueden reflejarse en el otro. Por ejemplo, trastornos como el síndrome del intestino irritable (SII) a menudo se asocian con ansiedad o depresión, subrayando la interconexión entre ambos sistemas. Por esto, se dice que el estómago, junto con el sistema digestivo, es un "segundo cerebro" que desempeña un papel crítico tanto en la salud física como mental.